La cita de Ian
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El sótano de Maple City puede ser un lugar tenebroso y aterrador. Las filas de estantes encubiertos sepultan los registros antiguos. Las tripas gigantes de las tuberías y ductos de calefacción obstruyen la visibilidad y obligan al cuerpo a tomar una postura de defensa. Aún los miembros del personal de Maple City más atrevidos titubean al pensar en aventurarse a bajar al sótano, y si lo hacen, van acompañados.
En este jueves a principios de abril, sin embargo, esa tumba es lo último que James tiene en su mente. Está disfrutando del resplandeciente sol primaveral en su patio trasero. Este jueves es su día libre. Una persona que habitualmente trabaja entre cincuenta y sesenta horas por semana necesita un día libre.
Desafortunadamente, la descripción de puesto de James como director médico incluye cortar el césped y destapar el inodoro. James recibe una llamada de su personal aterrorizado.
Varios miembros del personal están juntos en el teléfono, el pánico se refleja en sus voces. James debe salir de su jardín, camino a la oficina, inmediatamente. Los miembros del personal han descubierto una invasión de ratones en la cripta del sótano. Peor aún, los ratones están en el proceso de roer importantes registros médicos.
Como todo buen administrador James delega todas las responsabilidades que puede, pero ésta no se puede delegar. El sótano, ya por sí solo, es espeluznante, pero un sótano lleno de ratones que se escabullen de prisa es un campo sólo para al más alto nivel de mando dentro de la burocracia de la organización. J ames se arma con cebo, trampas, una escoba, un rastrillo y una pala. Se pone guantes, pantalones gruesos, y zapatos resistentes. Besa a su esposa, le recuerda que la ama, actualiza su testamento, y se encamina al campo de batalla.
Al costado de la estación de bomberos que sirve como sede central del Centro, James descarga su artillería cerca de los escalones húmedos del sótano. Entonces desciende con dificultad, quita el cerrojo de la puerta, y busca el apagador a tientas.
Sin embargo antes de ubicar el interruptor de la luz, escucha misteriosos ruidos sordos y rasguños. Los sonidos no vienen del piso de la bóveda sino del cielo raso. James se estremece, imaginando que los roedores caerán sobre él, aterrizando sobre su cabeza y espalda.
Pero en lugar de un ataque de roedores, los sonidos se transforman en carcajadas claramente femeninas. James se retira del sótano para descubrir que todo su personal ha salido de la cocina ubicada sobre del sótano, y se ha reunido alrededor de la barandilla que rodea la escalera del sótano.
Mirando hacia arriba desde la fosa del sótano, James es recibido por su público, entre carcajadas y cordiales saludos de "¡Feliz día de los inocentes!"