Espacio para los Niños
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James aprendió español durante el transcurso de su trabajo. Aún después de años de aprender, no le es fácil hablar español. Para ilustrar esto, James cuenta la historia de una mujer a la que llamaremos Rosa.
Rosa vino por primera vez al centro de salud Maple City al inicio, cuando el español de James era lo suficientemente bueno como para no necesitar un intérprete. Aunque fue un reto, James se las arregló para comunicarse lo suficientemente bien con Rosa, para que, trabajando en equipo, pudieran realizar el parto del primer hijo de Rosa.
Rosa trajo a su hijo al centro para su cuidado rutinario. James y Rosa lucharon por comunicarse sobre la lactancia materna, las vacunas, los exámenes físicos, y todas las emergencias menores de salud que son parte de los primeros años de un niño.
A pesar de las complicaciones con el idioma, Rosa confió en James para asistirle en los partos de dos hijos más y atenderLOS.
Seis años después de la primera cita de Rosa en el centro, ella trajo a una amiga a la oficina. Rosa le ayudó a su amiga a llenar los formularios necesarios y juntas esperaron a ver a James.
Una enfermera acompañó a las dos a una de las salas de examen. Mientras las dos mujeres caminaban por el pasillo, James le dió vuelta a la esquina justo a tiempo para escuchar a Rosa explicarle a su amiga, en inglés perfecto, “No se preocupe. Su español no es excelente, pero se esfuerza, y si no le entiende, simplemente pídele que se lo repita.”